El aroma de los recuerdos

Huele a Semana Santa. La Semana Santa desprende un olor especial. Pero es un perfume efímero, que se evapora cuando termina la semana, un olor que cuesta mucho evocar cuando los días no son santos, lleno de recuerdos mágicos; de los primeros aromas florales, del primer chapuzón del año en el mar, de cirios quemándose bajo el ritmo monótono de las procesiones… olor de leña.
Las semanas santas las recuerdo con especial ternura. ¡Eran unas vacaciones tan distintas a las navideñas! Sin frío, sin eternas comilonas familiares con villancicos desafinados de fondo y, sobre todo, sin la angustia del último día: el de reyes. Regresar al cole al día siguiente de reyes era la mayor putada para un niño (mis pobres y recién estrenados Ken y Barbie permanecían en posición del misionero hasta el fin de semana siguiente… y encima en pelotas).
La Semana Santa era diferente. El preludio del buen tiempo me excitaba, y el hecho de huir de la ciudad para escapar al pueblo con la familia me revolucionaba. El pueblo de mi abuela… la casa de mi abuela… la autoridad de mi abuela… el rostro de mi abuela… y su olor.

Yo en el pueblo siempre era feliz. Allí me convertía en lo que realmente era; o en lo que realmente no era pero siempre quise ser (esto aún no lo sé).

Sigue leyendo

Antes del baño…

Sí. Es cierto. Lo sé. Sé que hace tiempo que no puedo dedicar a este pequeño espacio lo que me gustaría, y la verdad es que me fastidia no sabéis cuánto. Pero mi vida, queridos lectores, desde principios de año, ha dado un giro de noventa cabronazos grados.
Imagino que en alguno de mis últimos escritos ya habréis intuido cambios en lo que respecta a mí alrededor, y, aunque no todos hayan sido negativos, me han tenido ocupada en cuerpo y mente las veinticuatro horas del día.
No voy a contarlos porque tampoco me creeríais.

Tengo un montón de cosas pendientes que contaros, muchísimas ideas que siguen rondando en mi cabeza a pesar de no poder ejecutarlas in situ, y largas historias que compartir con todos esos lectores y amigos fieles quiénes, aunque no publique, entráis a mis sueños todos los días sin falta.

Estoy contenta. Extraña, pero contenta. Es una sensación la hostia de difícil de describir.

Os comunico oficialmente que, a partir de hoy, y no sé hasta cuando, estoy de vacaciones. De vacaciones para todo, quiero decir, fuera de obligaciones, prostituciones y demás cabronadas como a las que he estado sometida los últimos doce años sin respiro alguno.
Sabéis que me apasionan los retos, y en más de una ocasión me he estampado tratando de conseguir lo imposible, no obstante, me huelo que a partir de ahora las hostias no dolerán tanto, no preguntéis por qué, es una simple intuición.

Cuando termine (si es que termina, ¡por dios qué horror!) la burocracia y consiga no perder ni un solo papel, ni los papeles, voy a continuar tejiendo –como la más preciosa viuda negra- estos sueños de seda que me enriquecen en muchísimos aspectos.

Hablando de viudas negras… ¿os gustan las arañas?

Un día tengo que hablaros de estas preciosidades diminutas y de mi pasión por ellas.
Tampoco se me olvidan las interesantes conversaciones que he mantenido con muchos de vosotros por mail, las recomendaciones que me mandáis, las películas, la música, vuestros relatos, las imágenes…
Me habéis dado mucho calorcito a través de vuestras letras y es algo que valoro enormemente. Y la mayoría de vosotros –más los que me conocéis un poco- estáis al corriente de mi anterior y frenético ritmo de vida.

Pero se acabó, queridos viciosos. A partir de ahora una servidora se va a dedicar plenamente a nutrirse de una vida lo más intensa posible: necesito volver a reencontrarme con la humanidad (si es que aún queda algún pedacito de ella); necesito volver a abrazar a la gente que más quiero sin miedo a romperme; necesito poder gozar de horas y horas delante de una hoja de texto y dar rienda suelta a mi gran compañera: la imaginación; necesito poder dormir otras horas y horas después de tremendas sesiones de sexo (porqué es uno de mis mayores placeres, el delicioso sueño post coital sin despertadores), e infinidad de cosas que mi cuerpo y mente anhelan desde hace mucho tiempo.

Soy una apasionada de los relojes, me encantan. Es un aparato que siempre me ha inquietado mucho, algo similar a lo que me ocurre con los pianos. Y pensaba comprarme una verdadera preciosidad que me tiene enamorada desde hace ya un tiempo, pero voy a detenerlo también ahí, y esa preciosa joya que luciría espléndida en mi muñeca va a quedarse, por un largo tiempo, en las vitrinas de aquella joyería.

Siempre que tengo vacaciones me deshago completamente del reloj, me guío muy bien por el sol.

Espero seguir plasmando mis sueños en este pequeño, y también vuestro, palacio.
Eso sí, soy susceptible de perderme en cualquier instante en un apasionante bosque, en alguna desconocida ciudad, entre las rocas de una cala perdida, en el mar… ¡mi mar!, qué ganas tengo de pasarme todo el día en él, nadando, buceando, rebozándome en la arena… mi piel necesita salitre a granel.

Y por ahora no me alargo más. Esta noche me ha citado Vila- Matas en mi cama. Y como bien comprenderéis, debo darme un baño espumoso con sus aceites y prepararme como es debido.

Un besazo, cabrones.