Muy de cerca…

Hoy vengo a dejaros un regalo para los sentidos. Una joya que tuve el placer de ver hace unos meses, desde el sofá de casa, en uno de los mejores programas que existen actualmente en televisión.
Es realmente satisfactorio ver el inmenso talento que tenemos en España con el arte audiovisual; el universo de las creaciones cinematográficas avanza a una velocidad de escándalo, dejando un listón altísimo y generando una competividad artística brutal.
Hay gente muy buena que nos sorprende, sesión tras sesión, con ideas tan originales que consiguen hacernos vibrar con ese mágico entretenimiento llamado séptimo arte.

El gran valor de la libertad creativa, es, en mi opinión, lo que el espectador exigente agradece más, Efecto al que yo denominaría: múltiple efecto cinematográfico.
Ése que consigue transmitirnos algo más que la pura excitación audiovisual, el que nos atrapa ante la pantalla… y este fenómeno podemos disfrutarlo, sobretodo, cuando hablamos de cortometrajes. Me refiero al trasfondo y al impacto mental que pueden llegar a provocarnos.
En ellos podemos apreciar obras de calidad excepcional en las que gozamos de más libertad en la expresión creativa, mostrando al director lo más desnudo posible ante el público. Los primeros planos brindan, al espectador de cortos, una cercanía y emoción de valor incalculable.

Cuando vi por primera vez el cortometraje que os voy a presentar, sentí de inmediato esa sensación de complicidad con el autor, una empatía deliberadamente confeccionada por el director para lograr ese delicioso vínculo con el público, algo que todo director de cine busca.

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