Sayaka Maruyama

 

Sayaka Maruyama

Nobuyoshi Araki: «Fotografiar es asesinar»

Imagino que ya ha quedado patente en más de una ocasión mi empatía con los caracteres obsesivos, estetas y perfeccionistas. A ello se le suma un particular interés por la cultura japonesa y todas sus infinitas creaciones e innovaciones tildadas, la mayor parte de veces desde Occidente, de descontextualizadas y perversas.
Aquellos artistas que, a través de símbolos, consiguen retratar la anécdota, la vida, lo insólito o la muerte, me llaman la atención y me hacen pensar. Y si al mismo tiempo consiguen deleitarme con sus imágenes, a pesar de su dureza, mucho mejor. Eso es el erotismo.

Si haces fotografías detienes el tiempo; fotografiar es asesinar.

No voy a narrar la biografía de este controvertido fotógrafo, para eso ya está su página Web y muchos documentales colgados por la red, pero sí voy a dejar un pedacito de él en formato vídeo, con una música de fondo deliciosa y todo el fin de semana por delante.

Araki, algún día tomaremos una copa juntos.

Buen fin de semana.

 

Hiroshi Nonami

Hiroshi Nonami

El día que me follé a Hello Kitty

Aburrida de soportar aquella eterna comida de compromiso, decidí hacer caso a aquella niña que, con mucha ilusión, se mostraba dispuesta a enseñarme el arsenal de juguetes que residían en su habitación.
Nos dirigimos a su cuarto, pero con la mala suerte que, por el pasillo, la pequeña tropezó con Santa Claus, que le cayó encima enganchándole sus pequeños y frágiles deditos.
Gritos y lágrimas de dolor inundaron a la criatura, todos los comensales salieron a socorrerla. Y no me preguntéis por qué, pero una especie de fuerza magnética me atrajo hasta dentro de la habitación, dejando a un lado el terrible suceso.
Al entrar, un regimiento de juguetes amontonados me saludaron sonrientes y dispuestos a brindarme el mejor de todos los goces.
Los observé con absoluta fascinación y, dispuesta a hacer un delicioso viaje a mi tierna infancia, fui hacia el avión más grande para montarme en él.
Pero todo cambió en el momento que me di la vuelta y en un rincón de la cama me encontré con algo que no esperaba.
Ahí estaba ella, reposando de pie encima de la almohada: esponjosa, coqueta, con esa atractiva sonrisa gatuna. Tan rosa… tan dulce… tan bonita.
La miré con alevosía: me miró. Di dos pasos hacia delante: ella uno hacia atrás.
Saqué la lengua y me toqué la punta de la nariz: coqueteó.
Y fue entonces cuando empecé a sufrir la correspondiente metamorfosis.
A partir de aquel preciso instante mi piel se convertiría en látex; mis ojos dispararían rayos X; y mi corazón… mi corazón se volvería de cuero.

Me convertí en una heroína dispuesta a complacerla. Mi misión era darle y recibir placer.

–  ¡¿HUGHH?! ¡¿Q-qué está pasando?! –Hello Kitty dio un brinco de la cama.
– ¡Hoy me siento deliciosa! –desplegué los brazos horizontalmente como una estrella de Hollywood.
– ¡WOWWWWW! ¡Es asombrosa tu transformación! Mi nombre es Kitty: Hello Kitty.
– MNNN… lo sé, y estoy aquí para comerte entera.
– ¡¿Comer?! ¡SÍIIIII! ¡NYA! ¡NYA! ¡Me encantan las manzanas! ¿Quieres una?
– NO. Te quiero comer a ti: ¡ÑAM!

Tremendísimo su vestidito rosa a juego con el lacito que sujetaba su oreja, toda yo ardía en deseo por arrancárselo.

–  ¡¿D-de qué estás hablando?! Yo solo soy una gatita, y no puedes comerme. Pero si quieres podemos hacer juntas pastel de manzanas, como el que hace mi mami, que está ¡rico!, ¡rico!
– Creo que no me pillas, minina. Verás… quiero comerte a lametazos, chuparte el coñito, morderte los bigotes, jugar con tu trasero respingón.
– ¡UWAAA! ¡Pero las gatitas no hacemos estas cosas!
– Venga ya, monada, que eres japonesa. ¿A quién quieres engañar con esta pose de mojigata? Ven, acércate más, que te haré gozar.

La tumbé encima de la cama y le subí el vestido por encima de su cintura.

– ¡HAUUUUUU! – Kitty enrojeció.
– Te va a gustar, tonta. Ya lo verás. Tú relájate.

El tacto de sus pelitos en mi lengua era divino. Empecé a recorrerla entera de abajo arriba hasta llegar a sus largos bigotes que, al rozarme con la nariz, me hicieron estornudar.

–  ¡¡¡UAHHHHH!!! Me has mojado la cara con tu estornudo – Kitty se limpiaba el rostro.
–  Pues prepárate bien, que ahora voy a mojarte otras cosas. ¿A ver esas tetitas que escondes? –terminé de quitarle el vestido y sus pechos quedaron al descubierto: solo para mis ojos.

Y como una fiera, empecé a chuparlos.

– ¡SHLUUUURP! ¡SHLUUUURP!

Los lamía con experimentados movimientos circulares, succionaba fuerte y los retenía dentro de la boca hasta que estaban tan duros que me dolían. Los soltaba de nuevo. Pellizcaba. Mordía. Escupía.

–  ¡UAH! ¡Asombroso! ¡Mis pezones están muy duros! – el pelaje blanco de Kitty empezaba a colorearse de un rosa casi fucsia, su sangre estaba revolucionada.
– ¡Goza, gata! Sé que te gusta.

Le dí la vuelta para dar inicio a un sabroso paseo por su pequeño trasero.
Kitty se mantenía boca abajo moviendo la cabeza de un lado a otro y con las manos apoyadas a una Barbie que andaba desperdigada por encima la cama.
Su culito era estrecho y rosa, y me sorprendió lo húmedo que estaba.

–  ¿Y ese culo tan empapado? –dije mientras le introducía el meñique.
–  ¡Está muy apretado! –contestó ella-. ¡Necesita algo grande y duro!

Las últimas palabras de la gatita me sorprendieron, y más aún, cuando se incorporó y sacó un consolador de un cajón.

Y entonces me dijo:

– ¡Oh, gracias! Gracias por haber sacado lo mejor de mí. En realidad no me gusta el rosa, ni mi principal valor es la amistad, la manzana es la fruta más aburrida del planeta; a mí me gustan los plátanos grandes y duros, ¡ja ja ja!, Hello Kitty es una puta farsa, nada de lo que cuentan es cierto, porque en realidad soy una auténtica ¡¡GOLFA!!

Y, frenéticamente, empezó a masturbarse el culo con aquel consolador.

–  ¡UAHH! ¡OHHHH! ¡SÍIIIIIIIII! ¡MIAUUUUU!

Yo estaba a cuadros. No daba crédito a lo que veían mis ojos. La misma Hello Kitty en persona, transformada en una diosa del sexo.

–  ¡¡AGHHHHHHH!! ¡QUÉ RICOOOOOO! ¡¡MNNNNNNNN!

Continuaba jadeando como poseída, cada vez más fuerte.

¡HUFFFFFFFFF! ¡¡¡UAHHHHHHHHHHHHHHHH!!!

Me acerqué para lamerle el coño para que pudiera sentir la deliciosa sensación de doble placer. Localicé su diminuto clítoris y, rítmicamente, dancé encima de él con la puntita de la lengua.

– ¡SLMPMPHHH! ¡SLMPMHHHH! ¡FWWWW!

Kitty, con la mano que le quedaba libre sacó otro vibrador y me lo introdujo hasta el fondo del coño.

– ¡¡UAAAAAHHHHHHHH!!
–  ¡OHHHHHHHH!
–  ¡¡SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!
–  ¡Más fuerte!, ¡más fuerte! ¡OHHHHHHH!, ¡¡¡AGHHHHHHHHHHHHHH!!!
–  ¡UWAAAAAAAAA! ¡GYAAAAAAAAAAAA! ¡NYA! ¡NYA!

Nos corrimos al mismo tiempo en una espectacular explosión de flujo. El suyo salió disparado hacia el ojo de Barbie, y el mío manchó los bigotes de Kitty.

Al cabo de cinco minutos…

–  ¿Quieres uno? –Kitty extrajo un paquete de Marlboro del bolsillo y me ofreció un pitillo.
–  Oh, gracias –dije- ¿no tendrás fuego por un casual?

Sacó un Zippo con las letras ACDC grabadas en él, y una poderosa llama se alzó ante mis ojos.

–  Gracias, corazón –le agradecí.

Tomamos una fuerte calada y, mientras expulsábamos el humo, me dijo:

–  Sepas, querida Abril, que acabas de perder todo el glamour que podías tener con este polvo.

Sonreí.

FIN

Texto: abril

Música: Courtney Love

June Leeloo

June Leeloo

Kitagawa Utamaro